Si bien la tristeza que provoca una muerte muy próxima es inevitable, es importante que sus vibraciones negativas se apacigüen lo antes posible, para que podamos alcanzar la serenidad necesaria como para continuar nuestro camino y para que dejemos también partir dulcemente a quien amamos.
•Es importante no encender velas hasta cuarenta días después del fallecimiento, ya que la luz tiene el poder de atraer hacia sí a los espíritus y dificultarles su trayecto hacia otros planos.
•También mirar fotografías o dedicarse a leer cartas que nos haya enviado en otro momento son actitudes que pueden dañarnos espiritualmente, si no esperamos al menos tres o cuatro meses.
• La ropa y otros objetos personales que hayan pertenecido a la persona fallecida serán reunidos en un sitio alejado del cuarto del difunto y aireados un día completo. Luego, es conveniente regalar todas estas pertenencias a gente necesitada, sin olvidar el previo lavado de las prendas con jabón blanco, aunque estén ya limpias. De ser posible, estos objetos se envolverán junto con una hoja de girasol, palma, olivo o cualquier otra planta de sol.
Una vez ejecutados estos actos, es importante efectuar una purificación personal completa:
Comenzará con un baño de inmersión prolongado para relajarnos físicamente. Luego, vistiendo ropa de color blanco, se encenderá una varilla de incienso en un sitio tranquilo y se comenzará a respirar profundamente, reteniendo el aire en el abdomen la mayor cantidad de tiempo posible mientras se repite interiormente “retengo el aire como recibo el don de la vida” y exhalando luego a fondo mientras se repite “me libero del aire así como de todo dolor, toda atadura y toda sombra».
Dialogar en nuestro fuero íntimo puede ser muy beneficioso. Luego de una meditación, cuando nuestra mente está más receptiva, podemos dirigirnos mentalmente a quien ha partido durante algunos minutos. Será suficiente con decirle algunas frases cariñosas, siempre que lo alentemos en el Viaje que ha emprendido, sin recriminarle jamás su partida. Evocando su nombre, tratemos de enviarle luz, suaves sonrisas y pensamientos positivos. Pidiéndole luego que se retire lentamente de nuestro lado y sin olvidar agradecerle a él y al Supremo el encuentro espiritual que nos ha sido permitido.